El canto de la Sibil.la, una de cuyas representaciones más celebradas es la que tiene lugar en los maitines de la Catedral de Mallorca, aunque tambien se escenifica en todas las iglesias de Mallorca la noche del 24 de diciembre, es uno de los ejemplos vivos del folclore religioso medieval, y destaca por su singularidad y relevancia cultural.
El canto, del que se conservan diferentes manuscritos del siglo X, pertenecientes a la liturgia mozárabe, perduró en Mallorca, por su gran popularidad, a pesar de las prohibiciones de los dramas no estrictamente religiosos surgidas del Concilio de Trento (1545)
Lo entonan un muchacho o una muchacha, a quienes acompañan por lo menos dos acólitos (niños o niñas). Durante el canto van recorriendo la iglesia en procesión hasta llegar al coro: el cantante camina con una espada que mantiene erguida delante del rostro y los acólitos lo rodean llevando cirios encendidos. Al finalizar la procesión, el cantante traza una cruz en el aire con la espada. Las versiones del canto interpretadas en la isla se ejecutan a cappella, con un toque de órgano entre dos versículos, y no se apartan apenas de su origen gregoriano. La indumentaria del cantante suele comprender una túnica blanca o de color con bordados en el cuello y el dobladillo, así como una capa. Un tocado del mismo color que la túnica completa su atuendo. Todas las parroquias de Mallorca practican este rito, en el que participan conjuntamente todas las generaciones, adultas y jóvenes.
Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO
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