A pesar de soy de esas personas para las que el buen comer es todo un placer, no soy muy amiga de la parte dulce de la gastronomía. Aún así, reconozco que hay ciertas tentaciones a las que no me puedo resistir.
Recuerdo que, cuando vine a vivir a la isla, los platos típicos de Mallorca me regalaron un par de buenas lorzas para adornar mi cintura. Cada fin de semana, con la excusa de hacer una excursión para conocer nuevos pueblos, preguntaba a mis compañeros de trabajo dónde ir a comer y qué era típico. Tumbets, cocas de trampó, lechonas asadas en hornos de leña, paletillas de cordero, sopas mallorquinas, berenjenas rellenas y mi favorito, el gran frito mallorquín (en todas sus versiones, de cordero, matanzas o marinero), se encargaron de deleitar mi paladar. Los buenos vinos mallorquines también cumplieron con su parte.
Ya he dicho que el dulce no es mi fuerte, así que suelo saltarme la parte del postre. Pero a base de insistir la gente, empecé a probar ciertos dulces típicos. ¡Ay que años perdidos! ¿Han disfrutado ustedes de una ensaimada, un músico, una coca de patata de Valldemossa, una coca de albaricoque, un robiol, un crespell, un gató de almendra con helado...? Sólo de escribirlo se me hace la boca agua.
En Palma existen una serie de establecimientos emblemáticos donde se pueden adquirir estas maravillas de la pastelería. Si están de visita en la ciudad atrévanse a entrar y dense el gusto de saborear algunos de sus maravillosos productos.
Una de las pastelerías chocolaterías más antigua de Europa (data del año 1700) es Ca’n Joan de S’aigo. Entre, siéntese y pida una de esas pequeñas ensaimadas que hacen saltar las lágrimas de puro exquisitas. Acompáñela de una taza de chocolate y luego intente describir el momento.
Otro establecimiento de esos “de toda la vida”, es La Pajarita. Su escaparate es probablemente uno de los más fotografiados de la ciudad. Sus castañas confitadas, según una antigua receta francesa, son archiconocidas.
Muy cerca, se encuentra la bombonería Forn Fondo. ¿saben ustedes lo que es una “tartaleta de música?. ¿no? Pues vayan, pregunten y ya me dirán si se han podido resistir a la compra.
Y si lo que quieren ustedes es disfrutar como reyes, pues acérquense hasta la pastelería Ca’s Net, proveedora de la Casa Real. Les recomiendo prueben sus “Baisers”. Y en Navidad, prueben sus turrones artesanos.
No se lo piensen, ya saben que “a nadie le amarga un dulce”.
Recuerdo que, cuando vine a vivir a la isla, los platos típicos de Mallorca me regalaron un par de buenas lorzas para adornar mi cintura. Cada fin de semana, con la excusa de hacer una excursión para conocer nuevos pueblos, preguntaba a mis compañeros de trabajo dónde ir a comer y qué era típico. Tumbets, cocas de trampó, lechonas asadas en hornos de leña, paletillas de cordero, sopas mallorquinas, berenjenas rellenas y mi favorito, el gran frito mallorquín (en todas sus versiones, de cordero, matanzas o marinero), se encargaron de deleitar mi paladar. Los buenos vinos mallorquines también cumplieron con su parte.
Ya he dicho que el dulce no es mi fuerte, así que suelo saltarme la parte del postre. Pero a base de insistir la gente, empecé a probar ciertos dulces típicos. ¡Ay que años perdidos! ¿Han disfrutado ustedes de una ensaimada, un músico, una coca de patata de Valldemossa, una coca de albaricoque, un robiol, un crespell, un gató de almendra con helado...? Sólo de escribirlo se me hace la boca agua.
En Palma existen una serie de establecimientos emblemáticos donde se pueden adquirir estas maravillas de la pastelería. Si están de visita en la ciudad atrévanse a entrar y dense el gusto de saborear algunos de sus maravillosos productos.
Una de las pastelerías chocolaterías más antigua de Europa (data del año 1700) es Ca’n Joan de S’aigo. Entre, siéntese y pida una de esas pequeñas ensaimadas que hacen saltar las lágrimas de puro exquisitas. Acompáñela de una taza de chocolate y luego intente describir el momento.
Otro establecimiento de esos “de toda la vida”, es La Pajarita. Su escaparate es probablemente uno de los más fotografiados de la ciudad. Sus castañas confitadas, según una antigua receta francesa, son archiconocidas.
Muy cerca, se encuentra la bombonería Forn Fondo. ¿saben ustedes lo que es una “tartaleta de música?. ¿no? Pues vayan, pregunten y ya me dirán si se han podido resistir a la compra.
Y si lo que quieren ustedes es disfrutar como reyes, pues acérquense hasta la pastelería Ca’s Net, proveedora de la Casa Real. Les recomiendo prueben sus “Baisers”. Y en Navidad, prueben sus turrones artesanos.
No se lo piensen, ya saben que “a nadie le amarga un dulce”.
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